A finales de octubre de 1918, en plena oleada de otoño, cuando se rociaban las estaciones de metro y los teatros de París con lejía, un periodista le preguntó a Émile Roux, nada menos que el director del Instituto Pasteur, si la desinfección era eficaz. La pregunta cogió a Roux por sorpresa, quien respondió: «Completamente inútil. Introduzca a veinte personas en una habitación desinfectada y meta a un paciente de gripe. Si estornuda, si una salpicadura de sus mocos nasales o de su saliva alcanza a las personas que tiene al lado, se contaminarán por mucho que la habitación esté desinfectada».
Laura SPINNEY, El jinete pálido. 1918: La epidemia que cambió el mundo (2018)
