Reivindicando a Coluche

Coluche y Gérard Depardieu, en Inspecteur la Bavure (1980).

Coluche (nombre artístico de Michel Colucci) fue un humorista francés, ácido, provocador e irreverente como pocos, pero con un corazón que no le cabía en el pecho.

Siempre imaginativo, tuvo incluso la ocurrencia de presentarse como candidato a la Presidencia de Francia en las elecciones de 1981. Su ocurrencia llegó a provocar gran incomodidad tanto en los partidos de la derecha como de la izquierda. Él mismo se había presentado como «candidato nulo, blanco, azul y mierda, a la erección presidencial«.

Los políticos profesionales debieron respirar, aliviados, cuando se retiró en favor de Francois Miterrand. Años después, explicó que todo era una boutade:

«Me presenté como candidato poco serio a las elecciones porque entonces Francia estaba dividida en dos y yo quería que se doblara en cuatro. Además, en el fondo más vale votar a un gillipollas más que a alguien que te toma a ti por gillipollas.

Coluche, en Dos horas menos cuarto antes de Jesucristo (1982).

Celebradas para sus seguidores, pero un escándalo intolerable para los bienpensantes, sus intervenciones estaban plagadas de palabras malsonantes:

Critican que hable todo el tiempo de culo, mierda, cojones… y oreja. Bueno, oreja no es una palabrota, pero al fin y al cabo también tiene un agujero.

Cuando la ciudadanía se molestaba, él mismo le restaba importancia:

Hablo como todo el mundo. Cuando digo u oigo una gilipollez graciosa, la apunto para repetirla en otra ocasión. La grosería es un arma de la simplicidad y las cosas divertidas tienen que ser simples.

Coluche, en Vous n'aurez pas l'Alsace et la Lorraine (1977).

En algunos aspectos, a mí siempre me recordó a Ramón Gómez de la Serna. En efecto, Coluche era un mago creando greguerías como don Ramón:

Un sándwich en Rusia consiste en un cupón para hacer cola para jamón, metido entre dos cupones para hacer cola para el pan.

Un país neutral es un país que no vende armas a un país en guerra, excepto si paga al contado.

Camaradas, el capitalismo es la explotación del hombre por el hombre. El sindicalismo es lo contrario.

Un espermatozoide con un maletín es un representante de mis cojones.

 

Coluche, en Dos horas menos cuarto antes de Jesucristo (1982).

Activista social, en 1985 creó Los Restos du Cœur (Los restaurantes del corazón), una red de restaurantes gratuitos  para distribuir comida gratuita a los necesitados. Muy alejado de las poses hipócritas de muchos personajes públicos, no se contentó con la iniciativa, que tuvo un éxito inmediato desde el primer día.

Por si crees que esto es de ahora, Coluche se desgañitaba repitiéndoselo a quien quisiera oírle, hace la friolera de más de 30 años. No ha cambiado mucho, ¿verdad?

Es injusto que en un país como Francia, donde tanto nos gusta comer, haya gente que tiene que rebuscar en los basureros para sobrevivir.

A los pocos meses, se entera de que el Parlamento Europeo había confeccionado un informe en el que se demostraba que era más caro almacenar los excedentes alimentarios de los países miembros, que distribuirlos a los pobres de forma gratuito. Ni corto ni perezoso, Coluche solicitó la liberalización de los excedentes. Al año siguiente consiguió lo impensable: que la comida se distribuyera a varias asociaciones sin ánimo de lucro: Secours populaire, Cruz Roja, Banco de Alimentos, y Restos du cœur.

Me encanta la escena en que propuso su idea en el Ministerio de Agricultura francés. Así es como lo contó en su día Soledad Gallego-Díaz:

Cuentan que cuando acudió al Ministerio de Agricultura, invitado a cenar por el ministro para discutir la creación de su red de restaurantes gratuitos, entró en el comedor saludando con un sonoro «¡hola, mamones!». El humorista se dedicó toda la cena a fumar porros sin que nadie osara pestañear. A los postres, sacó un enorme pedazo de hachís y lo puso sobre el mantel. La conversación continuó Como si nada. A la salida, en la puerta del ministerio, Coluche se partía de risa.

Pobre Coluche, que sólo llegó a vivir 41 años. Un fatal accidente de moto lo arrebató de nosotros, privándonos de un humorista de verdad, y de una persona con el corazón de oro.

Por cierto: Los Restos du Cœur siguen funcionando, con salud envidiable.

Coluche.

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