Se trata de un puente colgante, de 380 metros de longitud y 14.8 de anchura, cuyo nombre oficial, en húngaro, es Széchenyi lánchíd, siendo el más antiguo de la ciudad, Budapest (Hungría). Debe su nombre popular a que, en lugar de cables, está constituido por eslabones rígidos de una cadena. Su nombre oficial alude a su creador, el conde István Széchenyi.
Recordemos al amable lector que Budapest es la ciudad que resultó de la unión de otras dos, que inicialmente estaban separadas: Buda y Pest.
Previamente a su construcción, había de cruzarse mediante un transbordador. En los inviernos más crudos, en que el río Danubio se congelaba, se podía cruzar a pie, o en carruaje de caballos. Precisamente, la idea de crear el puente fue provocada por el hecho de que, en 1820, el conde Széchenyi no podía cruzar el río para pasar de Pest a Buda, y se pasó una semana entera para dar con alguien que le ayudara a hacerlo.
En lugar de partir de cero, Széchenyi quedó impresionado con el puente de Hammersmith, de Londres, de modo que le pidió a su diseñador, el ingeniero William Tierney Clark, que le hiciera uno para Budapest. El ingeniero Adam Clark fue quien se encargó de los trabajos de construcción, que se prolongaron casi 10 años: la primera piedra se puso en 1839, inaugurándose el 20 de noviembre de 1849.
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Cuando se puso en uso, el puente fue la primera construcción con un sistema de peaje en el que los precios eran iguales para todo el mundo: siervos, ciudadanos libres, nobles (que estaban exentos de pagar el resto de impuestos).
Durante la Segunda Guerra Mundial, el Puente de las Cadenas sufrió la destrucción por parte de los alemanes (de hecho, dinamitaron todos los puentes de la ciudad), así que hubo que reconstruirlo de nuevo, reinaugurándose celebrando el centenario de su construcción, el 21 de noviembre de 1949.
Aquí puede verse cómo quedó tras su destrucción:
La leyenda de los leones del puente
Circula desde hace mucho tiempo una leyenda que tiene por protagonistas a los leones que flanquean el puente por ambos lados. La creencia popular dice que el día de la inauguración del puente, su escultor, János Marschalkó, se suicidó arrojándose al río Danubio, tras escuchar a uno de sus ayudantes afirmar que los leones no tenían lengua.
En primer lugar, los leones sí que tienen lengua, aunque no puede verse fácilmente. Por otro lado, el escultor gozó aún de unos cuantos años de vida, pues como puede leerse en el artículo que la Wikipedia húngara le dedica, murió el 12 de septiembre de 1877.
Existe incluso una extensión de esta leyenda, que mantiene que los leones sí tenían lengua, pero afirma que fueron los gitanos quienes se la robaron.
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Un comentario en “Puente de las Cadenas, Budapest (Hungría)”